Francesco Schettino, capitán del Costa Concordia, es en nuestros días la muestra de lo que un líder no debe de hacer nunca: Abandonar su barco cuando más se le necesita. Ayer, Mou siguió su lamentable ejemplo. Decidió abandonar todo el señorío, la tradición y la enorme historia de un gran club como el Real Madrid para convertirlo en un equipo pequeño. Jugar a no querer el balón, a arrojarlo cínicamente cuando el Barcelona estaba ordenado abajo (como lo hizo Altintop cada vez que lo tenía en sus pies), es de equipo pequeño y no hace más que demostrar que no está a la altura de competir contra el Barcelona. Eso es lo que nos dijo Mourinho, a todo el mundo, al plantear el partido de esa forma.
Como diría el portugués ¿Porqué?... Pues porque al quererle jugar de frente se llevó una goleada en el Camp Nou. Porque al intentar presionar a la defensa azulgrana salió derrotado en su propio estadio. Y porque ya le había funcionado con el Inter de Milán. Desde aquel día se echo a la afición blanca a la bolsa, porque con ello evitaba que el eterno rival se proclamara campeón de Europa en el mismo Bernabéu -el cual ha sido su mayor logro para el madridismo hasta la fecha-. Con lo que no contaba el Madrid es que al ficharlo por ser el “anti-barcelona”, estaba fichando su estilo polémico, su arrogancia y su prepotente ego, que acabaría por traicionar -y arrastrar- la cultura del mejor equipo del siglo XX. Como dicen algunos: “el Madrid le vendía su alma al diablo”.
El mismo planteamiento esta vez no le dio resultado. Mourinho parece creer que esa es la única forma de detener al Barça en una eliminatoria a dos partidos. Hizo lo mismo que en la semifinal de Champions del año pasado. Salió derrotado pero logró vender que el fracaso era culpa del arbitraje. El madridismo compró. La UEFA, la FIFA, la UNICEF, la suerte… vendió todas estas, y otras tantas. Ahora se le han acabado las excusas. Tal vez las expulsiones (merecidas) de Pepe, Xabi Alonso, Coentrao o Carvalho le hubieran permitido esconderse nuevamente, pero el colegiado no lo permitió… Para mayor mérito del Barcelona.
A propósito, lo de Pepe es ya insoportable. Un jugador que roza lo sádico. Luego de las actuaciones que ha tenido jugando de pívot o mediocentro, en las que ha demostrado la carencia técnica que posee y la violencia con la que intenta amedrentar al rival -así como lo mal actor de teatro que sería- , creo que ni el madridismo recordará el escándalo que hizo con aquella patada voladora a Dani Álves que no llegó a impactar solo por unos centímetros, y que provocó los "¿porqué?" de aquel otro. Su incapacidad para dar un pase correcto o simplemente correr con balón dominado en una acción de contragolpe en la que el Barcelona estaba mal parado, es solo una muestra de que la táctica, lejos de funcionar, le sale mal a Mourinho, teniendo a jugadores como Özil y Kaká en el banquillo. Ni hablar de la imagen mostrada al pisotear a Messi.
El mes pasado hablábamos en este blog de los equipos que han jugado con la filosofía de “la mejor defensa es el ataque”. Esto marca la gran diferencia entre estos dos conjuntos. Mientras uno tiene que transformarse radicalmente para enfrentar al otro, pasando de ser un equipo demoledor a uno ratonero, el otro equipo siempre se mantiene fiel a su estilo. No importa que enfrente tenga a la mejor delantera a la delantera más goleadora de España, en el Barcelona siempre juegan todos al ataque, incluso sus defensores. La diferencia entre defensas que se dedican a dar patadas con otras defensas que se dedican a atacar y anotar goles, no tiene nombre. Cuando Messi no puede estar debido al “triángulo de alta presión” que le mantiene lejos de la portería y sin espacios para hacer una de sus corridas, aparece Puyol con un cabezazo enorme y Abidal definiendo con la calidad de un delantero.
El Bernabéu, estadio mítico donde el Madrid nunca salió acomplejado ante ningún rival en toda su historia, vio por vez primera como su equipo, el rey siglo XX y protagonista en antaño de grandes batallas, claudicaba, tímido y temeroso, y le cedía el reinado a un Barcelona que no necesitó llevar la guerra al territorio blanco, tan solo armado de paciencia y calidad.
Ojo. Eso sí. La historia aún no concluye. El antiguo rey todavía puede reivindicarse…
Continuará…
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